lunes, 8 de noviembre de 2010

Una sonrisa. Una fuerte contracara del corazón.
Pero ¿qué se supone que uno debe hacer? ¿Olvidar? ¿Seguir como si nada?
A veces el corazón es orgulloso.
Y a veces la mente nos juega en contra.
Es cuando una sonrisa, es la jugada perfecta.
Es vacía y duele, por que no demuestra felicidad, solamente pretende.
Es un bloqueo al alma, donde realmente estamos indefenzos, pero no queremos que nadie lo sepa. Que nadie se acerque.
No vale la pena hablar.
Y el tiempo se hace infinito, ese apretón que sentimos en la panza y esas ganas de gritar inlimitadas se hacen más fuertes. Y cada día duele más.
Y ya nada nos consuela.

Hasta que encontramos un motivo por el cual podemos sonreír de verdad.

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