lunes, 6 de julio de 2009

3 de Agosto.

3 de agosto.
Parte uno.

Quizá aquella tarde de lluvia yo terminaría con su dolor.
Pero él parecía resistirse, simpre fue una de esas personas a las que les gusta parecer fuertes, aguantar el dolor, la presión. Pero por dentro, estaba hecho de cristales.
¿ Por qué costaba tanto que las palabras salieran de mi boca? Sabía que la situación no podría ser mucho más diferente de lo que ya era. Pero, ¿ Por qué ?
Primero siempre una disculpa, y aunque noté que su respiración ya no era igual, no paré de hablar.
Mientras las palabras cruzaban el largo y frío vacio que había entre él y yo, mis pensamientos armaban y recordaban situaciones ya vividas. Habíamos sido tan cómplices, tan unidos, tan únicos. Que ese vacío, se hacía inllenable. Y me dolía tanto verlo así. Así de lejos, de congelado, de sorprendido y destruído.
Esa sonrisa tan brillante y conquistadora que tenía, ya no se asomaba por su rostro. Pero una sombra no familiar cubría la luz de sus ojos y no me dejaba ver su corazón.
Sostuve sus manos, en un intento desesperado de acortar nuestras distancias tan cercanas. Pero, ya ni el tacto era el de antes. Pude sentir cómo sus dedos temblaban, y no sé realmente si era debido al frío.
Puse mi mejor cara de concentrada, todo para ocultar las ganas de llorar. Sabía que era mi turno de ser fuerte. Por él. Y por mi.

3 de agosto
Parte dos

Cuando sus ojos empezaron a ponerse rojos, yo lo único que deseaba era que el tiempo volviera atrás, más atrás aún. Tenía ganas de vivir de nuevo la primera vez que nos vimos, un 3 de agosto. Él era el chico de pelo marrón oscuro que se sentaba justo adelante mío en el colectivo. Ese chico que siempre miraba por la ventana como si esperara algo y que cuando llovía llevaba su tapado azul.
Nunca pude evitar, desde ese día, subir al colectivo con la esperanza de verlo. Era su expresión, o no sé su actitud, algo en él me distraía de mis apuntes de historia del arte que releía durante el viaje.
Y me mataba, no sabía quién era, a dónde iva, cómo se llamaba. Me mataba no saber quién era el muchacho que aunque no me dirijiera una palabra me sacaba una sonrisa todas mis aburridas mañanas.
¿Será que nos llevabamos bien desde un principio aunque no nos hablábamos? Esa conclución es bastante nueva.
Cuando subía y lo miraba a los ojos, él siempre me corria la mirada , como si estuviera tratando de esconderme algo, cuando yo simplemente quería saber, me refiero a conocer, quién era el chico del tapado azul.
Ese día, que me saludó, por un segundo pensé que saludaba a otra persona y que yo me estaba haciendo cargo. Pero me sonrió, esa sonrisa, era un espejo, me di cuenta que por primera vez desde que viajamos juntos no miró por la ventana...

3 de Agosto
Parte 3

Me contaba cosas casi sin hablarme, porque pasábamos el viaje, en su mayoría callados, mirándonos de reojo, esperando que alguno de los dos dijera algo más que "buen día". Pero no pasaba de eso.
Yo solía levar libros de cosas interesantes, solamente para sacarlos delante de él, para ver su reacción, pensaba que quizá así lograría sacarle algún comentario, que terminara en una posible conversación, no me importaba de qué, solamente quería hablarle. Su voz, era tan cálida y cautivadora, que provocaba en mi una sensación de no haber vivido nada todavía. Si, yo sólo era una chica interesada en un desconocido muy familiar.
Cuando no nos sentábamos juntos, adelante de todo, no podía evitar buscarle la mirada entre las bufandas y abrigos de ese invierno. Por lo general lo encontraba, pero los días que no lo hacía llegaba sin ganas al colegio, como si hubiese perdido algo , algo lindo, que me hacía feliz.
La veces que lo veía apoyando su cabeza contra el vidrio empañado de la ventana, me daban ganas de decirle que usara mi abrigo , uno que siempre llevo de más para alguna de mis amigas con frío o para mí, para apoyar la cabeza, así no tendría que sentir tanto el movimiento del colectivo, y yo podría mirarlo sin sentirme tímida cuando él cerrara sus ojos. Pero no me salían las palabras.
Había días, en los que por deducción sabía que él había pasado toda la noche estudiando o haciendo algo para sus estudios, cuando yo me subía al colectivo y lo veía sentado con los apuntes de química sobre sus piernas, completamente dormido y despeinado me preguntaba cómo podía ser que existiera algo tan complicado y simple al mismo tiempo. Un chico, un lugar en un colectivo, con sus apuntes, algo simple. Provocaba tantas cosas complicadas en mí, que apenas podía entenderlo...

3 de agosto
Parte 4

Mientras le trataba de explicar lo que pasaba por mi cabeza, podía ver cómo sus ojos se fijaban más y más en mi mirada, prestándome atención, aunque lo que estaba escuchando lo lastimara tanto. Ahí estaba, esa actitud, esa necesidad de parecer fuerte, yo creía que con tal de no llorar adelante mío soportaría cualquier cosa. Pero realmente las cosas no tenían por qué ser así. Él no tenía que aguantarse las lágrimas, menos adelante mío. Yo podía entender todo lo que él decía o callara. Éramos el uno para el otro, siempre lo fuimos.
Durante esos meses fuertes, fríos y secos de invierno fuimos hablando cada día un poquito más. Yo, intentaba hacerlo sonreír con algún comentario, que siempre me hacía poner colorada, o con algún chiste, sólo para verlo sonreir. Ya no era más el chico tímido, triste que mirababa por la ventana, sentía como que yo lo dejaba ser. Y yo ya no llegaba al colegio con cara de decepción.
Me había contado que se llamaba Ariel, que estudiaba en un colegio que estaba a sólo unas cuadras del mío y que practicamente éramos vecinos. Tenia un gato y le gustaba sentarse en su balcón a mirar las nubes. Esas cosas tan sencillas, lo hacían tan perfecto. Cada charla con él era inovidable, yo escuchaba atentamente, aunque hubieran momentos en los que deseaba que me abrazara en silencio. Igual, era demasiado pronto para eso.
Hay una cosa de la que nunca me voy a olvidar, "Y vos, ¿Cómo te llamás?", se me había congelado la piel, al chico del tapado azul, Ariel, le interesaba saber mi nombre. Quería saber con quién estaba hablando. "Clara". Nunca había visto a alguien sonreír así. Estaba Feliz.

3 De agosto
Parte 5,

Desde ese día, en que me dijo su nombre , sabía que nunca jamás lo olvidaría.
El tiempo pasaba, y nosotros nos conocíamos cada vez más, hasta llegar al punto de dejarle mi mail, supuestamente para hablar de química con él, yo sabía que esa materia le gustaba, sus libros y apuntes eran de eso nada más. Si él hubiese sabido que yo era un artista y no una científica, seguramente no me hubiera hablado. Ése era uno de mis miedos, ¿qué habría pasado si no me hubiese saludado aquél día tan gris?.
Me temblaba el cuerpo de impotencia y miedo de sólo pensarlo, estaba tan cerca, tan cerca de él, que haberlo tenido tan lejos en el mismo espacio me dolía en el alma. Pero ahora, era parte de todo mi tiempo. Me consumía mucho más que antes. Lo veía en los asientos color mate de la línea de vehículos públicos que me había hecho tan feliz durante aquélla época, lo veía, en mi computadora, cada vez que iniciaba sesión, lo veía en mis sueños, sonriéndome, tan perfectamente, que era digno de pintar y retratarlo en la historia. No sabía si me estaba volviendo loca, o simplemente era verdad, el amor, existía. Y obviamente, yo no era ajena a ese sentimiento. Ya no podía evitar controlar mi respiración, y parecía que mi corazón se reía de mi conciencia, retumbando en todo mi cuerpo, como una bomba de tiempo, que el cualquier momento iba a estallar. Para dejar destruído todo el lugar. Ya, el año completo me parecía hecho de nieve si no tenía noticias de él, aunque sea un día. O por ahí me sentaba a ver la lluvia, qe carece de forma y color, pintándola a través de su mirada reflejada en mi memoria.
Ya era parte de mi.

3 De Agosto.
Parte 6

Temblaba, mi corazón se había detenido. Un calor inundó mis pies y arrasó con todo mi cuerpo lentamente. Mi mente no sabía qué pensar. Qué hacer.
Me estaba besando. Si, Ariel. Me estaba besando. Y yo petrificada. ¿Qué se suponía que iba a hacer en un momento así? Aunque me lo había imaginado tantas veces, nunca había sentido el ardor de sus labios sobre los míos, ni mucho menos a presión que hacían sus dedos temblorosos en mi cintura. Todo estaba pasando muy rápido y yo sólo quería parar el tiempo. Era tan perfecto.
Mechones de su pelo acariciaban mi cara al vaivén de sus besos en mi boca. Su respiración, la podía sentir llenándome el espíritu, como si fuera mi primer bocanada de aire en un campo en primavera. No quería soltarlo, me sentía tan bien junto a él, estaba con la persona que más había amado jamás. Me quitaba el aliento, él era todo lo que había soñado, y todas mis razones para seguir viviendo.
Su mano izquierda bajaba de mi cintura a la cadera torpemente y volvía a subir. Mientras que su mano derecha sostenía mi rostro cerca del suyo. Su pecho protegía el mío. Era mucho más grande que yo, podía darme cuenta, seguramente me sacaba una cabeza. Sus hombros, eran anchos, su cintura estrecha, y me besaba, de una manera, tan, dulcemente. Como si yo fuera algo frágil o como si estuviera aprovechándo cada milímetro de mi boca. Yo apretaba mis ojos deseándo que eso nunca terminara. Y él no dejaba de besarme. Ya no sabía cuánto tiempo había pasado desde que nos quedamos callados mirándonos a los ojos, ni cuántos besos faltaban para que me sintiera segura sin sentir sus labios. No, si sabía eso. Faltaban Millones.

3 De Agosto
Parte 7.

"Clari"... Me dijo, recuerdo. Las gotas de la lluvia corrían sobre su rostro, y casi podían ocultar las recién nacidas lágrimas que sus ojos me regalaban. No me faltaban ganas de abrazarlo y dejarlo apoyar su cabeza sobre mi hombro. Pero mi desición estaba tomada. ¿Cómo podría decirle a la razón de mi latir y respirar que ya no podía tenerlo en mi vida? Realmente era algo más complicado que eso.
Uno por amor, a veces hace lo que no quiere, o hace cosas para proteger a la otra persona. Era lo que yo intentaba hacer. Protegerlo, por que era lo más hermoso que me había pasado. Y prefería ser una infeliz cada segundo de mi vida antes de que él lo fuera. Él todavía tenía tiempo de rehacer su vida, era jóvenes, fuertes, saludables y felices.
Pero cada semana que pasaba mi respiración se hacía más débil. Yo sabía que esto iba a pasar, pero ¿cómo iba a saber que encontraría al amor de mi vida sentado en un colectivo?¿ Y que él me amaría tanto? Yo había nacido así, pero él hacía que todo mi mundo se olvidara de eso. Por eso, le juré que mi alma sería suya. Por que sabía que era lo único que iba a quedar con él cuando yo me fuera.
Mis pocos 17 años, no iban a durar tanto. Mis padres, pretendían que me cure de milagro. Pero siempre, siempre, supe cual sería mi último respiro.



Espero que les guste, esta historia la escribí yo.
Continúa...



No hay comentarios:

Publicar un comentario