domingo, 9 de mayo de 2010

Ella.- Parte uno .-

Cada día era un día más. Ya el sabor amargo en su boca era algo normal. Sabía que existían pequeñas pero importantes cosas por las cuales luchar, el amor, la amistad, la confianza, la felicidad, pero sentía que esa batalla podría ganarla en otra vida.
Y tenía miedo. Miedo de que al dejar todo atrás la gente no pudiera olvidarla, no pudiera cerrar los recuerdos de ella, como se cierra un libro o un album de fotos.
Sus amigos, sus familiares, que pensarían cuando ella ya no esté, seguramente llorarían, sabía que era querida. Y si no se iba ahora era por que no quería hacer sufrir a los demás. Que pensamiento poco egoísta. Y aunque su alma se lo pedía, un respiro, un descanzo, sabía que no tendría las fuerzas para terminar su dolor, si esto implicaba comenzar el dolor de los que ella amaba.
Por eso esperaría, a que la vida le regale un momento de felicidad, y así olvidar esas tantas veces que sus personas amadas se pusieron en su contra. Y no supieron escucharla gritar, ni llorar, ni reir.
A veces las personas nos cegamos. La visión puede ser nublada, pero es más importante tener atenta el alma, antes de lastimar a alguien más por nuestra torpeza.

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